Primera semana.
Novedades de la Sección Psicopolítica!
Imagen de Stefan Keller-Pixabay
Estimados lectores, en ésta ocasión les presento por ésta página principal, algunos de los contenidos del blog, publicados en sus diferentes secciones, Psicopatología, Poesía, Aforismos, Narrativa, Editoriales, Al final del día.
En ésta primera semana, dos secciones, Efemérides Caprichosas y Datos Curiosos, han cedido protagonismo a las otras secciones, reservándose el derecho a ser, la guinda del postre.
Normalmente iré posteando por aquí los links a las novedades semanales para permitirles una lectura fluida, de todas maneras, en la cabecera pueden encontrar las pestañas con cada sección del blog y curiosear a gusto y piaccere. Siempre puede aparecer algún contenido extra.
Hace algunos años atrás, cuando escribí "Ignorancia Letrada"(1), dediqué
un extenso apartado a lo que llamaba en ese momento "la política
apalabrada".
Es decir, la política del "abracadabra" y las palabras bonitas,
destellantes o acaso, graves, con una solemnidad rayana en el absurdo,
cuyo fin no es otra cosa que apelar a la fascinación, a la adopción
fascinante y/o al rechazo fascinante, a la pura emotividad por sobre
toda reflexión propia.
Escuchamos a diario gente que dice: “lo más atractivo de mí es mi
cerebro”.
Ahora
bien, así como nadie diría:
"Meteme
el parietal en la cisura de silvio",
"sí sí y vos, frotame tu frontal contra la circunvolución de rolando"ningún sentido tiene afirmar grotescamente que lo más atractivo de uno es el cerebro. Primero y básicamente porque lo atractivo de uno es algo que descubre el otro más allá de lo que proponga uno y lo que se descubre como atractivo es un encadenamiento de relieves físicos y psicológicos que van más allá del CPU humano, llamado cerebro.
Las
miradas tiernas o sensuales, la apariencia, la elección de determinadas
palabras para uno encadenadas al azar para el otro, exquisito halago o muestra
de inteligencia, son relieves tan válidos como la apariencia física, etc.
Que
uno desconozca cuál es su atractivo (o reniegue de éste) o bien, que uno tenga
idealizado cierto aspecto de uno mismo como afluente de atractivo, nada tiene
que ver con la realidad del impacto concreto que produce uno en otra persona
concreta en calidad de atractivo.
Cuando
hablamos de relaciones simbióticas pareciera que estamos hablando de algo, de
un modo de vínculo, completamente alejado de la vida cotidiana tal como si le
reserváramos a este modo de relacionarse un lugar exclusivo en la dimensión de
la patología.
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