sábado, 2 de noviembre de 2019

Rock, literatura y yo

Biografía del autor.

Rock, literatura y yo.



De alguna u otra manera, el Rock y la literatura en mi vida, surgieron juntos, en perfecta articulación, tal y como la doble hélice de la cadena del ADN.

Escribir y cantar, escuchar libros y leer discos, son sin duda alguna, desde mi más tierna infancia prácticamente una sola actividad. Muchas veces me he cruzado con gente que no puede "concentrarse" en escribir o estudiar o leer si escucha música o viceversa.

Yo por el contrario no solo me concentro mejor sino que experimento esa rara certeza completamente arbitraria pero que se forja en mí casi como verdad universal que me lleva a maridajes entre literatura y rock que me parecen tan naturales, tan necesarias, que me cuesta concebir lo uno sin lo otro.

Comencé a escribir a los nueve y salvo algún período insignificante no he dejado de escribir desde entonces. Mis primeras lecturas fueron singulares, leía aventura como todo niño pero también a Nietzsche y a Dostoiesvki y en general, todo aquello que cayera en mis manos, sobre todo, aquello que se me había dicho que "no tenía que caer en mis manos". 

De niño la primera rockeada vino de mano de The Beatles, Elvis, Scorpions y Queen, luego aparecieron mil bandas más y mil escritores más.

Me resultaba inconcebible leer por ejemplo a Nietzsche y no maridarlo con The Lonesome Crow de Scorpions. El clima que me aportaba la banda me permitía adentrarme en las penumbras de Nietzsche o de Kafka y las letras desparecían para pasar a ser pensamientos, vivencias, sentimientos.

También tenía mi disquito (Vinilo claro está, tengo 45 años), de selección de música clásica que a la noche, cuando todos dormían extraía de mi "lugar secreto" para ponerlo bajito en el prohibido tocadiscos que obviamente yo "no debía" saber cómo funcionaba. En otras ocasiones, me internaba en mi piecita con mi grabadorcito de periodista debajo de la almohada, escuchando alguna de las costosísimas cintas que me había agenciado "sin que nadie supiera". 

El gusto por la música instrumental y la curiosidad siempre fecunda y en ebullición, me llevaron a descubrir algún tiempo más tarde al amigo Malmsteen, con quien devoré los primeros libros de Freud. (Si Freud lo supiera, con el horror que sentía por la música fruto de su envidia para con el piano de su hermana me asesina).

En fin, todo principio es una huella que reeditamos y que nos da referencia e identidad. Éstas son las mías: Rock y literatura, Psicoanálisis y lances amorosos, escritura y pintura.  

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