Psicología Infantil
Ser grandes.
(El deseo infantil más incomprendido de todos)
Imagen de Stefan Keller, tomada de Pixabay |
Es el deseo más común, por su
universalidad y porque todos podemos recordar alguna escena infantil en la que
se manifestó en nuestras propias vidas, y de hecho, en diferentes momentos de
nuestra vida adulta podemos sentirlo actuando todavía, dirigiéndonos desde las
sombras inconscientes, aunque no nos resulte “cómodo” reconocerlo.
Sin embargo, en algún momento,
con triste amargura, disfrazada de humor o ironía, frente al estrepitoso
fracaso de aquel entusiasmo infantil respecto del imperio de la realidad solemos
preguntarnos ¿para qué queríamos ser grandes?
Ahora bien, el niño habla en éste
caso literalmente.
Ningún niño del planeta
confundiría de manera tan burda la idea de “ser Grandes” con la noción “adulto”.
Cuando un niño ansía “ser grande” se piensa literalmente “grande”. Es decir,
tal cual como es psicológicamente pero con un cuerpo de cuatro metros y seiscientos
kilos, entre otra cosa, para poder aplastar alegremente a todo adulto que
pretenda imponérsele.
El niño jamás caería en el error
burdo que caemos nosotros, los adultos, de pensar que ser “adultos” es lo mismo
que “ser grandes”, conclusión a la que arribamos en parte, para compensar
nuestro deseo infantil frustrado.
Para el niño un “ser grande” (de
ahí la admiración por los animales gigantescos*) implica poder expresarse por
encima de toda voluntad. El niño jamás aspira a ser adulto pues no hay niño que
no sepa claramente que un adulto no es otra cosa que un niño frustrado.
Si quisiéramos definir el
concepto adulto, desde la inapelable lógica infantil deberíamos decir algo así:
“niño que juega pero que, como no sabe que juega y se ha prohibido ser niño,
se aburre, se entristece y se frustra”.
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*En éste punto podemos articular el período infantil de pesadillas recurrentes, eje que retomaremos en profundidad en otro momento, pero, que tiene que ver con ese deseo desmesurado de ejercer potencia sobre los demás. Lo que busca el niño en éste primer momento -y en parte pervivirá tal meta durante toda la vida adulta- no es tan solo "vengarse" del destrato adulto sino también del destino de convertirse en un adulto.
También se trata de un punto ideal para tomar como eje para explicar la Psicología de los "Superhéroes" y el resorte de la fascinación que generan. Por el momento podríamos dejar planteado ambos puntos de la siguiente manera:
Mientras en el período de las pesadillas recurrentes, el niño se ve desbordado por la herida narcisista de tener que reconocer que su potencia fabulada lo deja impotente frente a la realidad, aferrándose al gusto (identificación) por los animales monstruosos, gigantescos, que lo fascinan y aterrorizan, porque son seres que podrían cumplir su deseo de aplastar a los padres. Poco tiempo después aprende a sobrecompensarse en la adquisición de modelos ideales que conservan lo monstruoso y gigantesco como rasgo secundario y socialmente aceptados, los superhéroes.