miércoles, 13 de mayo de 2020

Sensualidad en Tiempos de Internet (2° Edición)


Sensualidad en tiempos de Internet

(Del mercado del sujeto al sujeto del mercado)

(2° Edición)*



Primer ensayo sobre Psicopolítica-Daniel Adrián Leone

¿Realmente podemos asegurar que Internet es algo
distinto al intento neurótico por re-editar el status quo fetal?

Una cosa es cierta.

Online, offline son dos formas de estar en ausencia, como espectador privilegiado en ese útero virtual llamado Internet en el que se nos brinda la ilusión de ser omnipotentes, a salvo del imperio de la realidad y la necesidad; pero sobre todo, fuera de ese cuerpo que convoca lo sensual como signo del tempo inconsciente y bastión último de la subjetividad.


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Continuar leyendo, sobre "Sensualidad en Tiempos de Internet" 


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En breve estará a la venta la segunda edición corregida y aumentada de mi ensayo "Sensualidad en Tiempos de Internet" (Del mercado del sujeto al "sujeto del mercado") en diversas plataformas virtuales.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Ser Grandes, Deseo Infantil


Psicología Infantil

Ser grandes.

(El deseo infantil más incomprendido de todos)

Imagen de Stefan Keller, tomada de Pixabay


Es el deseo más común, por su universalidad y porque todos podemos recordar alguna escena infantil en la que se manifestó en nuestras propias vidas, y de hecho, en diferentes momentos de nuestra vida adulta podemos sentirlo actuando todavía, dirigiéndonos desde las sombras inconscientes, aunque no nos resulte “cómodo” reconocerlo.

Sin embargo, en algún momento, con triste amargura, disfrazada de humor o ironía, frente al estrepitoso fracaso de aquel entusiasmo infantil respecto del imperio de la realidad solemos preguntarnos ¿para qué queríamos ser grandes?

Ahora bien, el niño habla en éste caso literalmente.
Ningún niño del planeta confundiría de manera tan burda la idea de “ser Grandes” con la noción “adulto”. 

Cuando un niño ansía “ser grande” se piensa literalmente “grande”. Es decir, tal cual como es psicológicamente pero con un cuerpo de cuatro metros y seiscientos kilos, entre otra cosa, para poder aplastar alegremente a todo adulto que pretenda imponérsele.

El niño jamás caería en el error burdo que caemos nosotros, los adultos, de pensar que ser “adultos” es lo mismo que “ser grandes”, conclusión a la que arribamos en parte, para compensar nuestro deseo infantil frustrado.

Para el niño un “ser grande” (de ahí la admiración por los animales gigantescos*) implica poder expresarse por encima de toda voluntad. El niño jamás aspira a ser adulto pues no hay niño que no sepa claramente que un adulto no es otra cosa que un niño frustrado.

Si quisiéramos definir el concepto adulto, desde la inapelable lógica infantil deberíamos decir algo así:
“niño que juega pero que, como no sabe que juega y se ha prohibido ser niño,
se aburre, se entristece y se frustra”.


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*En éste punto podemos articular el período infantil de pesadillas recurrentes, eje que retomaremos en profundidad en otro momento, pero, que tiene que ver con ese deseo desmesurado de ejercer potencia sobre los demás. Lo que busca el niño en éste primer momento -y en parte pervivirá tal meta durante toda la vida adulta- no es tan solo "vengarse" del destrato adulto sino también del destino de convertirse en un adulto.

También se trata de un punto ideal para tomar como eje para explicar la Psicología de los "Superhéroes" y el resorte de la fascinación que generan. Por el momento podríamos dejar planteado ambos puntos de la siguiente manera: 

Mientras en el período de las pesadillas recurrentes, el niño se ve desbordado por la herida narcisista de tener que reconocer que su potencia fabulada lo deja impotente frente a la realidad, aferrándose al gusto (identificación) por los animales monstruosos, gigantescos, que lo fascinan y aterrorizan, porque son seres que podrían cumplir su deseo de aplastar a los padres. Poco tiempo después aprende a sobrecompensarse en la adquisición de modelos ideales que conservan lo monstruoso y gigantesco como rasgo secundario y socialmente aceptados, los superhéroes.  

viernes, 8 de noviembre de 2019

Un ejemplo del bello trabajo onírico


Psicoanálisis Salvaje
Trabajo onírico

El bello trabajo del sueño.

(Ejemplo del trabajo onírico)




Queridos amigos, hoy quiero compartirles un sueño, para mostrarles, algo del increíble, bello y poético trabajo del sueño, para dar expresión a algo que ha sido una preocupación durante el día anterior en un nivel y en otros, sentimientos, fragmentos de historia pasada.
Algunos de los datos previos para entender 
la sutileza del mecanismo del sueño:
Me fui a dormir muy tarde, recordándome a mí mismo que debía despertarme temprano -me acosté a las 4AM y tenía que estar despierto a las 8AM- y recordando algunas cosas que tenía que realizar si o sí el día de hoy, entre ellas, llevar una carpeta a mi gestor automotor para hacer la transferencia de mi auto.
Eventualmente trabajo en el negocio de mi viejo, un almacén.
Sueño:
"Ochocientas tortitas negras para Walter".
No puedo recuperar del sueño ni la situación original, ni la relación que tiene esta extraña frase respecto de la realidad.
Solo recuerdo que despierto "tarareando" un tema de Fito Paez, autor que no es de mi mayor gusto pero que como verán, tiene una gran importancia en mi vida y es completamente pertinente al sueño.
Desarrollo.
1. Impresiones generales.
Lo que más me llama de inmediato la atención y lo que más que da "miedo" olvidar es el número exorbitante. Que yo sepa, muy rara vez, mi Gestor lleva Tortitas negras pero mucho menos en semejante cantidad como se darán cuenta.
Luego caigo en cuenta que toda la oración tiene algo de cacofónico, casi musical, y jugando comienzo a trato de ver si hay alguna figura musical bien definida, mi idea -recién me despertaba- era separar en sílabas y repetir sílaba por sílaba, y divido ocho-sientas y asocio "para que sientas que son las ocho".
Asociaciones sobre Elementos del sueño.
"Ocho-sientas" (para que sientas que son las ocho)
"Tortitas Negras" (elemento que me recuerda a una historia familiar y un caso de "transferencia" pues se trata de la relación con mi padrino y básicamente el interjuego entre lo "heredado y lo rechazado" de tal relación afectiva, pero además me sitúa en relación histórica familiar)
"Para" (Paraná, también me sitúa en cuestiones transferenciales concretas, luego de haber vuelto después de veinte años; ayer mismo había estado reflexionando sobre eso con alguien justamente por acá)
"Walter", no solo es el nombre de mi gestor, también es el nombre de mi primo,  (hijo de mi padrino),  dato que me lleva a reflexionar en transferencia también la relación dicotómica entre lo que uno aspira como realización personal en su aspecto ideal y material.
Y en este sentido el elemento "Tortitas Negras" siendo la golosina favorita justamente de mi Padrino.
"Auto", es el elemento suprimido que une y articula todos los demás elementos del sueño.
¿Por qué?
Auto es para decirlo en chiste, (pues así funciona lo inconsciente), el vehículo que vincula -transferencia- todos los elementos y los personajes.
Me acabo de comprar un auto y el trámite, las carpetas sustituidas en el sueño por "tortitas negras" que tengo que darle a Walter -mi gestor- son justamente para hacer la transferencia a mi nombre (Lo cual lleva a otras circunstancias encadenadas accesorias).
La "transferencia a mi nombre" es romper con la herencia, por ejemplo, con el destino impuesto por mi Padrino a su hijo (y a mí), con el nombre familiar, ese nombre "éxitos en los negocios", que por esa rama familiar es algo fundante.
O sea que en este punto, es casi un dicho en contra de tales enseñanzas y aspiraciones de este "segundo padre" tal como si le dijera: "No tuve que ser exitoso para obtener eso material que me encanta, con solo vender tortitas negras me pude comprar mi auto (no cualquier auto, sino el auto de mis sueños infantiles)"
En este punto obra en mí, muy seguramente, como disparador de este sueño la última reflexión que publiqué justo antes de dormir, "No hay Herencia más Pesada que el devenir de la propia tontería".
También en este punto es un reclamo a mi padrino, tal como si le dijera: "si fueran tan importante para vos las tortitas negras -o sea lo que era su mayor golosina de pibito- no te hubieras convertido en "un hombre de negocios".
Entre los elementos del sueño, aparece, ya no en su texto, sino como algo despierto el hecho que despierte "tarareando un tema de "Fito Paez", aunque no recuerde el tema en su momento, es claro que tal autor me lleva directamente a una persona muy querida de mi infancia-adolescencia, con la cual solíamos pasear en auto durante horas prácticamente todos los días pero además que es alguien a la que la palabra "trasferencia" (uno de los vínculos suprimidos en el texto del sueño) es casi literal, pues, fue mi gran amor y además estudiábamos psicología juntos, soñamos juntos estudiar por primera vez y leímos juntos por primera vez la interpretación de los sueños.
El tema dice "se me hacía tarde, ya me iba..." parte de letra que era una suerte de juego que hacíamos con esta persona amada, pero que en el sueño toma otro cariz frente a otro fragmento de la letra "cuándo me di cuenta estaba vivo" lo cual me sitúa en la nostalgia de esta persona a la que me gustaría tener ahora que "vuelvo a tener auto y estoy en Paraná" de la cual tengo que decir que "se murió de repente" y de lo cual estuve justamente mucho tiempo sin poder caer en cuenta.
Persona con la que disfrutábamos “andar en auto” y de hecho muy fanática de Fito Paez.
Lo que me sitúa en una aspiración forjada siguiendo la lógica onírica e infantil:
“Si pude re-encontrarme con el auto de mis sueños también puedo re-encontrarme con la mujer de mis sueños”
.......................
En este punto, el sueño ha pasado desde el contenido manifiesto a las ideas latentes.
Obviamente el análisis sobre el sueño no termina aquí, tan solo es el análisis del sueño (gran parte del mismo, solo me he reservado alguna cuestión demasiado personal), o sea, el trabajo de recuperar los elementos suprimidos y los vínculos suprimidos como para poder rescatar aquello que lo inconsciente intentó expresar y como las defensas del yo intervinieron sobre ese mensaje volviéndolo mutilado, fragmentario, encubierto.
En este caso, lo inconsciente logró triunfar asegurándose que habría pistas suficientes para que las relaciones suprimidas y los elementos suprimidos volvieran a surgir no importa cuánta fuera la censura del yo... al punto que para reforzar la idea, activa la Rockolla onírica y me deja tarareando un tema imposible de no registrar.

El familionario amigo Freud


Epistemología

El familionario amigo Freud*

(sobre la dificultad de hacer epistemología 
de los conceptos psicoanalíticos)



Solo una vez descubierta, Pompeya cayó en ruinas› 
Sigmund Freud.


No se trata de “hablar de Freud”, mucho menos, de hacer hablar a una persona que lleva 70 años muerta. Sin embargo, una especie de empuje a lo Juanito, nos lleva a escarbar, a espiar aquello que hace jaleo por más que un vértigo de culpa nos enrostre sus pruritos.

De alguna forma u otra, parecería ser que el impulso infantil a descorrer velos, cuales polleras maternas, nos guía y extravía cada vez que intentamos adentrarnos en la investigación epistemológica de los conceptos psicoanalíticos. Y esto, no solo sucede entre aquellos que adhieren al psicoanálisis, sino también entre sus críticos.

Como si tras el banquete de los fraternos parricidas, fuera uno, sapo de otro pozo, tentado a hurgar en el cadáver, a ver qué hay ahí, a ver si la carne derruida a subsumido al semblante o si un aura triunfal ha logrado descarnar, persistiendo en el éter…

Contradictoriamente, un padre muerto es algo con lo que se puede jugar, se puede arrancar uno a uno de sus dedos y llevarlos a la boca, hacerle cosquillas, retorcerle el pescuezo y hacerle creer cuantas cosas uno quiera, por ejemplo, que es ahora un becerro de oro o un montoncito de mierda…

Sin embargo, a la vez, un padre muerto es una muerte padre, es la falta de sustentación, de norte, de semblanza y de emblemas y la caída de todos los edificios en el aire que llevan por nombre algún “yo”.

El padre muerto es un padre desembarazado de la ley, pero a la vez, es la ley puro capricho. Es la ley sin padre lo que se inscribe como filiación, escindiendo al yo, en observado y observador de la ley.

El despedazamiento del psicoanálisis no precisó de ningún banquete, aunque los banquetes psicoanalíticos de hoy en día siempre se celebren entorno al tótem.

Al hacer epistemología de los conceptos del psicoanálisis nos topamos con el maná, como castigo por haber cedido a la tentación de despedazar al padre muerto, de tomarlo por detrás, de desenmascararlo.

Los términos freudianos hay que replantearlos en su campo adecuado, nos dice Lacan, cumpliendo el papel de Pablo “el enterrador”. Le da cristiana sepultura al cadáver del padre y nos ofrece en su lugar, un kit troquelado para armar, una historia de cigüeñas, que si bien no tiene el regusto incestuoso ni el eco mortífero del último latido, al menos no nos conduce a la angustia. Él, cual Jesús, ha cargado con el maná de la tribu en favor de la tribu. Él ha visto sus carnes laceradas y descompuestas por todos nosotros, lo ha enterrado, por eso, es él quien porta el maná y cual generoso brujo nos lo dosifica, nos lo acomoda. Nos orienta y nos inicia en la reconstrucción de un padre postizo, de “El Padre” con mayúsculas, a través del cubo mágico que nos ha presentado por Tótem-Fetiche del mismo.

El acento familionario sobre Freud no emerge casualmente a hacernos runrún cuando queremos exhumar su obra pues parte de dos vertientes bien precisas: la bendición lacaniana y el humor. Como si los humoristas se hicieran cargo del chiste, particularmente en su relación con lo inconsciente, riéndose de los solemnes rituales para que la momificación conceptual se sostenga a falta de todo rigor científico. En medio de éstas podemos adivinar una tercera vía: la que inician aquellos cansados y ofendidos porque la pregnancia del maná psicoanalítico ha infectado sus fecundos campos de investigación, su campo laboral, su campo de consciencia… (ya nadie se atrevería a hablar de la pureza virginal de los niños).

El recurso a la burla y la ofensa como medida protectora.

En éste contexto, no debería extrañarnos que tantos disfruten “poder” burlarse del cadáver despedazado de la obra de Freud ahí donde otros pretender ver una sólida y gallarda figura o que puedan acercarse de una manera más real sin mediaciones orientacionales… de igual manera, los críticos al psicoanálisis, se acercan con mucho más tino, aprenden a reconocer sus formas y sus disposiciones, al punto que de muchos de ellos se puede decir que han leído más a Freud que muchos que se dicen Freudianos. Es claro que el objetivo de algunos críticos no es otro que desembarazarse del maná que ya, no sin Ello, los ha poseído.

El supuesto retorno a “y de Freud”, noticias de ningún secuestro.

Evidentemente no podemos esperar el retorno de Freud encarnado en algún nuevo Mesías, aunque si alguno con suficiente autoridad se impusiera sobre los otros “candidatos”, lo seguirían  “piadosos psicoanalíticos”, advenedizos de toda índole, y los fraternos parricidas de siempre.

La fenomenal trampa, de lo familionario en Freud, tiene como eje, ese lugar que Freud mismo deja abierto “a inaugurar”, el lugar de sucesor, de conductor, del fundador total. Lugar de negociación, eje de administración política y extorsión transferencial, pero también, lugar teórico, lugar del poeta, lugar de aquel que se atribuye la hazaña de haber acabado con el Padre, incluso, con lo impenetrable del Padre. Ese lugar-nombre “Sucesor-de-Freud”, evidentemente no carece de función. Es como si al viejo se le hubiera escapado que el lugar “sucesor por advenir” a su muerte, no podía ser otro que el lugar del “advenedizo”.

La función de éste sucesor del “padre-moisés” no es otra que la de hacer entrar a la tribu en la tierra prometida, con el acto fundacional de erigir en su suelo, el “Tótem-identidad de pertenencia”.

Lacan realiza (o intenta realizar) esa gesta, incluso teóricamente. Inserta “su Freud” en la tierra  prometida, en el “campo adecuado”, devolviendo una imagen redondita con los conceptos psicoanalíticos perfectamente integrados en el maná del campo santo, cuyo respaldo es el estaqueado –a lo Cid Campeador– Tótem de Freud.

En Tótem y tabú, habría que aclarar –entre otras cosas– que el poeta, es siempre un poeta para otra tribu, no para la propia que conoce de sobra sus mezquindades y limitaciones. El poeta del cual Freud habla, es el poeta homérico, es decir “un poeta con público incorporado”.  El Slogan del “retorno a Freud”, tan enfáticamente esgrimido por Lacan, tiene una base bien precisa: asegurar su pase íntegro a la eternidad.

Volvamos.

Freud abre un lugar con el que juega hasta que despierta el anhelo de unos y otros, de manera que todas las relaciones transferenciales se dan tal y como él lo define para la masa:
Los lazos fraternos son tales exclusivamente en referencia a algún otro lazo vertical. Eso le da posición de origen y la posibilidad de designar un originado, un sucesor. Freud no precisaba público sino apuntalamiento, contexto. Ser padre para…

Por el contrario, el sucesor precisa público y que esa gente esté ahí en el lugar del testigo sí pero ansiosos, esperando por el poeta que les diga que lo que “hicieron con el padre” no es verdad, que en realidad, el padre es una abstracción, una suerte de “Y para cualquier y”. Es decir, la función del poeta es desembarazar a la tribu del maná y asumir sobre sí toda la carga, es decir, cumple la función de redención que le permite a la tribu redefinir sus leyes, sus concepciones, el uni-verso.

Así se podría decir casi en chiste:

Freud es Moisés en tanto guía a un lugar que desconoce y al que no podrá arribar jamás por haber renunciado a su propia tribu científica. Lacan aparece como un Moisés en otros rasgos. Es quien habla con Dios, aquel que en una rabieta rompe las tablas (que él mismo escribió para suplantar la voluntad de Dios), aquel que puede abrir las aguas, pero también aquel que se cuida muy bien de que no lo consideren “Dios”.

El Slogan del “retorno a Dios-Freud” es lo que le asegura a Lacan que él mismo no va a ser despedazado y luego erigido en Tótem. Cuando tal impulso aparece entre los fraternos comienza a funcionar el Slogan y el desvío se produce.
He aquí la clave, del círculo vicioso sin retorno que tuerce y pervierte todo intento epistemológico:
Se exhuma la obra de Freud a través de Lacan
y se exhuma la obra de Freud cuando se pretende exhumar la obra de Lacan.
  
Por otro lado, exhumar la obra de Freud para uno criado en la Tribu de Lacan no es otra cosa que jugar al cubo mágico totémico de ese Freud-para-armar erigido y validado como tal por Lacan. Exhumar la obra de Freud para otro que no sea de la tribu de Lacan no consiste en otra cosa, en última instancia, que cuestionar y tomar partido sobre la viabilidad y la validez de la sucesión (en el sentido legal del término) que Lacan establece respecto de Freud, o bien, adentrarse solitariamente para reabrir las puertas del infierno.


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*Texto publicado en la Revista Oli-Psi, "Psicoanálisis Salvaje", N°2, Octubre-Noviembre del 2003, de mi autoría.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Novedades de la Sección Psicopolítica

Novedades del Blog
Primera semana.


Novedades de la Sección Psicopolítica!

 
Imagen de Stefan Keller-Pixabay

 

Estimados lectores, en ésta ocasión les presento por ésta página principal, algunos de los contenidos del blog, publicados en sus diferentes secciones, Psicopatología, Poesía, Aforismos, Narrativa, Editoriales, Al final del día.

En ésta primera semana, dos secciones, Efemérides Caprichosas y Datos Curiosos, han cedido protagonismo a las otras secciones, reservándose el derecho a ser, la guinda del postre. 

Normalmente iré posteando por aquí los links a las novedades semanales para permitirles una lectura fluida, de todas maneras, en la cabecera pueden encontrar las pestañas con cada sección del blog y curiosear a gusto y piaccere. Siempre puede aparecer algún contenido extra. 



Hace algunos años atrás, cuando escribí "Ignorancia Letrada"(1), dediqué un extenso apartado a lo que llamaba en ese momento "la política apalabrada".

Es decir, la política del "abracadabra" y las palabras bonitas, destellantes o acaso, graves, con una solemnidad rayana en el absurdo, cuyo fin no es otra cosa que apelar a la fascinación, a la adopción fascinante y/o al rechazo fascinante, a la pura emotividad por sobre toda reflexión propia.

Escuchamos a diario gente que dice: “lo más atractivo de mí es mi cerebro”.

Ahora bien, así como nadie diría:


"Meteme el parietal en la cisura de silvio",
"sí sí y vos, frotame tu frontal contra la circunvolución de rolando"
 
ningún sentido tiene afirmar grotescamente que lo más atractivo de uno es el cerebro. Primero y básicamente porque lo atractivo de uno es algo que descubre el otro más allá de lo que proponga uno y lo que se descubre como atractivo es un encadenamiento de relieves físicos y psicológicos que van más allá del CPU humano, llamado cerebro.

Las miradas tiernas o sensuales, la apariencia, la elección de determinadas palabras para uno encadenadas al azar para el otro, exquisito halago o muestra de inteligencia, son relieves tan válidos como la apariencia física, etc.
Que uno desconozca cuál es su atractivo (o reniegue de éste) o bien, que uno tenga idealizado cierto aspecto de uno mismo como afluente de atractivo, nada tiene que ver con la realidad del impacto concreto que produce uno en otra persona concreta en calidad de atractivo.






Cuando hablamos de relaciones simbióticas pareciera que estamos hablando de algo, de un modo de vínculo, completamente alejado de la vida cotidiana tal como si le reserváramos a este modo de relacionarse un lugar exclusivo en la dimensión de la patología. 


No es de extrañar esta consideración a primera vista: en general, las relaciones simbióticas aparecen claras y evidentes en sus casos más extremos o mejor dicho, en su exteriorización más extrema.



sábado, 2 de noviembre de 2019

Rock, literatura y yo

Biografía del autor.

Rock, literatura y yo.



De alguna u otra manera, el Rock y la literatura en mi vida, surgieron juntos, en perfecta articulación, tal y como la doble hélice de la cadena del ADN.

Escribir y cantar, escuchar libros y leer discos, son sin duda alguna, desde mi más tierna infancia prácticamente una sola actividad. Muchas veces me he cruzado con gente que no puede "concentrarse" en escribir o estudiar o leer si escucha música o viceversa.

Yo por el contrario no solo me concentro mejor sino que experimento esa rara certeza completamente arbitraria pero que se forja en mí casi como verdad universal que me lleva a maridajes entre literatura y rock que me parecen tan naturales, tan necesarias, que me cuesta concebir lo uno sin lo otro.

Comencé a escribir a los nueve y salvo algún período insignificante no he dejado de escribir desde entonces. Mis primeras lecturas fueron singulares, leía aventura como todo niño pero también a Nietzsche y a Dostoiesvki y en general, todo aquello que cayera en mis manos, sobre todo, aquello que se me había dicho que "no tenía que caer en mis manos". 

De niño la primera rockeada vino de mano de The Beatles, Elvis, Scorpions y Queen, luego aparecieron mil bandas más y mil escritores más.

Me resultaba inconcebible leer por ejemplo a Nietzsche y no maridarlo con The Lonesome Crow de Scorpions. El clima que me aportaba la banda me permitía adentrarme en las penumbras de Nietzsche o de Kafka y las letras desparecían para pasar a ser pensamientos, vivencias, sentimientos.

También tenía mi disquito (Vinilo claro está, tengo 45 años), de selección de música clásica que a la noche, cuando todos dormían extraía de mi "lugar secreto" para ponerlo bajito en el prohibido tocadiscos que obviamente yo "no debía" saber cómo funcionaba. En otras ocasiones, me internaba en mi piecita con mi grabadorcito de periodista debajo de la almohada, escuchando alguna de las costosísimas cintas que me había agenciado "sin que nadie supiera". 

El gusto por la música instrumental y la curiosidad siempre fecunda y en ebullición, me llevaron a descubrir algún tiempo más tarde al amigo Malmsteen, con quien devoré los primeros libros de Freud. (Si Freud lo supiera, con el horror que sentía por la música fruto de su envidia para con el piano de su hermana me asesina).

En fin, todo principio es una huella que reeditamos y que nos da referencia e identidad. Éstas son las mías: Rock y literatura, Psicoanálisis y lances amorosos, escritura y pintura.  

Sensualidad en Tiempos de Internet (2° Edición)

Sensualidad en tiempos de Internet (Del mercado del sujeto al sujeto del mercado) (2° Edición)* Primer ensayo sobre Psicopo...